Cabe aclarar que, a pesar de las diferencias en cuanto a la manera de desarrollar el tema, todas las pastorelas tienen como trama la lucha del bien contra el mal, la presencia de ángeles y demonios, así como su representación exclusivamente en fechas decembrinas.

La pastorela teatral nace en la pluma de José Joaquín Fernández de Lizardi, quien escribe en el siglo XIX “La noche más venturosa”, primera pastorela que se representa en un escenario con actores profesionales y un lenguaje culto, y que retoma la tradición nacida en la Colonia, pero con elementos muy mexicanos.

Desde entonces casi todos los años en época de Navidad y principios de enero, los teatros mexicanos son escenario de las pastorelas ‘políticas’ o ‘de barrio’, en tanto que las religiosas y rurales tienen su espacio en exconventos o museos.

Lo dice Arellano Heredia: la pastorela es un género que, a sus casi 500 años de vida, goza de excelente salud:

‘Actualmente casi todo dramaturgo tiene su pastorela, como Román Calvo, autor de ‘¿Cómo te quedó el ojo, Satanás?’; Tomás Urtusuástegui, creador de ‘Un güerco va a nacer’; Dante del Castillo, con ‘La caja misteriosa’, etcétera. Todo grupo teatral representa en esas fechas su pastorela, a veces escrita por ellos mismos; también se forman grupos con el único propósito de hacer una pastorela. Éstos existen por centenares, a veces ingeniosamente alusivas a los acontecimientos de la actualidad política y social. Desgraciadamente, pocas se han visto publicadas, pero en estas fechas podemos ver escenificadas para todos los gustos: tradicionales, políticas, musicales, etcétera’.

Hoy, las pastorelas fungen como un escaparate de los principales conflictos de la sociedad mexicana y el deseo de erradicarlos. Así lo dice la especialista en teatro mexicano Isabel Vázquez de Castro: ‘El tema navideño del nacimiento de Cristo y con él, de la redención de la humanidad, evoca la regeneración individual o colectiva, y por lo tanto, la transformación de la sociedad’.