Considerada la fuerza constructora, educadora y base de su sociedad, la madre en el mundo prehispánico jugó un papel determinante, como se puede observar a través del gran número de representaciones de diosas mesoamericanas.

Desde la época prehispánica, la madre ha jugado un papel determinante en el desarrollo de la sociedad.

En torno a ella se disponía, se repartía y se decidía el destino de la familia, y de la organización social. El hombre  pre-Hispanico gobernaba, pero la mujer estaba en el centro. Cualquier ofensa a la madre en la época prehispánica se consideraba una afrenta imperdonable

El papel de las madres en la sociedad Mexica fue muy importante, ya que eran ellas las que se encargaban de enseñarle todo a sus hijos, los valores fundamentales y la religión. A las niñas, por ejemplo, se les enseñaba a ser discretas, no mirar directamente a los ojos y siempre mantener la cabeza abajo.

En general, las mujeres en la epoca pre-Hispanica nunca ocuparon cargos politicos importantes, a excepción de la cultura Maya, donde en algunas ocasiones pudieron ocupar puestos menores.  En Palenque se sabe que de sus 12 gobernantes dos fueron mujeres, Kanal Ikal  que reinó de 583 a 604 d.C. y Zac-Kuk, quien gobernó del 612 a 640.

Ambas jugaron un papel fundamental en la preservación del poder político familiar.

Cuando una mujer moría durante el parto era considerada “una guerrera” y, por consiguiente, una persona digna de admiración y veneración.

Las mujeres del México prehispánico eran educadas en casa por sus madres en las labores del hogar y valores morales. Sin embargo había una escuela llamada Ichpochcalli para la mujeres nobles que querían ser sacerdotisas.

También había escuelas especiales llamadas Cuicacalli donde se les enseñaba a cantar, bailar, entre otras actividades, siempre con un fin religioso, aunque esta última no era exclusivamente para las mujeres.

La finalidad de la educación de la mujer dentro del calmécac, según López (1985), era lograr que las educandas fuesen mujeres de distinción; recibían la denominación de: “hermana mayor o dama”, donde “hermana” significaba servidora del templo o sacerdotisa, dicho título indicaba la entrada de las mujeres al servicio religioso y, por ende, llevaban una vida de penitencia.

El término tlamacazqui, es decir, sacerdote, podía ser aplicado también a las mujeres, pues tanto ellas como los hombres alcanzaban dones de acuerdo con el rigor con el que cumplían los ejercicios religiosos para lograr la perfección espiritual.