“–¿Has oído el llanto de un muerto?” pregunta Juan Rulfo en la voz de Doña Eduviges en su obra cumbre Pedro PáramoSi tu respuesta es no, entonces preparate, despierta la imaginación y lee lo siguiente:

“-Vi que no había nadie,  aunque seguía oyendo el murmullo como de mucha gente en día de mercado Un rumor parejo, sin ton ni son, parecido al que hace el viento contra las ramas de un árbol en la noche, cuando no se ven ni el árbol ni las ramas pero se oye el murmurar. Así. Ya no di un paso más. Comencé a sentir que se me acercaba y daba vueltas a mi alrededor aquel bisbiseo apretado como un enjambre, hasta que alcancé a distinguir unas palabras casi vacías de ruido: ‘Ruega a Dios  por nosotros.’ Eso oí que me decían.”

Fascinante ¿no?

Originario de Sayula, Jalisco, Juan Rulfo entró a trabajar desde muy joven en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Ahí realizó muchos viajes por diversas zonas de México, lo cual le permitió entrar en contacto con las etnias que aún resguardan sus tradiciones. Más tarde, todas las experiencias que obtuvo de aquellos viajes  las  plasmó en sus dos únicas y breves obras literarias: la serie de cuentos reunidos bajo el título de El llano en llamas,  y su novela Pedro Páramo, obra cumbre de la literatura Mexicana.

A pesar de la brevedad de su obra, Rulfo ganó con ella un sitio privilegiado en la literatura no sólo mexicana, sino universal. El elemento fundamental en los  relatos rulfianos es la Muerte. El autor pocas veces se refiere a ella directamente, pero su sombra figura en cada enunciado. Es decir, la muerte es el ambiente en el que los personajes viven (¿o mueren?) su historia.

En la muerte, los personajes de Rulfo encuentran la prolongación de la vida: viven en la muerte y nosotros los lectores participamos activamente en mantenerlos “vivos” siquiera mientras dura nuestra lectura.

La magia de Rulfo radica en haber logrado atrapar, como muy pocos artistas, la esencia de México: sus tiempos múltiples, los murmullos del pasado que persisten en el presente.

En sus obras, el mexicano se muestra amigo a veces respetuoso, a veces irreverente de la Muerte. Con y para ella vive, de ella huye, y al mismo tiempo le llama. Juan Rulfo magistralmente plasma esta ambivalente relación, y es por ello que se considera que su  única novela Pedro Páramo es una de las obras cumbres de la literatura universal.