Escribir y llevar a escena una pastorela es una de las actividades más divertidas y por ello, prácticamente en todas las escuelas mexicanas se prepara con los alumnos para celebrar la Navidad.
El argumento fundamental de toda pastorela consiste en las peripecias de unos pastores que van rumbo a Belén, siguiendo el resplandor de una estrella. Pero el Diablo ha jurado impedirlo y se vale de toda clase de tretas para lograrlo, desde cambiar las indicaciones del camino, hasta tentar a uno o más de ellos con dinero, comida o cualquier objeto que pueda incitarlos a cometer alguno de los pecados capitales.
Para desarrollar el guión es importante una dosis de buen humor, ya sea ingenuo, romántico o irónico. Los juegos de palabras o albures y los malos entendidos entre los pastores son el verdadero sabor de las pastorelas. Mira este diálogo de ‘Un Güerco va a Nacer’ como ejemplo:En la pastorela también hay que destacar la moraleja: una pastorela no es tal si al final no deja testimonio de que el bien siempre vence al mal, y de que la Navidad es un tiempo de perdón y de armonía. El arrepentimiento forma parte fundamental de la pastorela. Alguno de los personajes que haya sido seducido por el Diablo deberá hacia el final de la obra, reconocer su falla y pide perdón frente al Niño Dios
ÁNGEL.- No me han dicho el nombre de este sitio.
SERAFÍN.- Cactus el Alto. (Ve a su alrededor). Es lo único que producimos, cactus…claro que también petróleo.
ÁNGEL.- ¿Son campesinos ricos?
EUGENIO.- Ricos, lo que se dice ricos, pues no, solamente somos millonarios.
ÁNGEL.- (Sonríe). Se me hace que me están cotorreando.
ERNESTO.- ¿Y usted, no? Eso de que es un ángel bajado del cielo.
ÁNGEL.-¡ Lo soy! Si no me creen pueden tocarme, verán que soy diferente.
Las mujeres corren a tocarlo, lo acarician. El ángel se deja hacer.
MARÍA.- Está muy suave.
ENRIQUETA.- Y muy calientito.
LILA.- (Tocándole las nalgas). Y diría que durito.
Las tres suspiran, los hombres enojados van a separarlas violentamente.
SERAFÍN.- (A Lila). ¡Órale!
ERNESTO.- (A Enriqueta). ¡No manoseé!
EUGENIO.- (A María). ¡Quietas esas manos!