El general Winfield Scott avanzó hacia la capital al frente de un ejército de 13,000 hombres, batiendo en Contreras, Churubusco y Cerro Gordo al ejército mexicano. Más tarde ocupó Molino del Rey y Casa Mata.

El 12 de Septiembre de 1847 tras esta serie de victorias, el batallón de Pilow se presentó ante el Castillo de Chapultepec, cuya caída dejaría abierto el paso por la Ciudad de México.

 

El Cerro de Chapultepec nuevamente se convirtió en el escenario para un acontecimiento histórico.

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La defensa, conformada por 632 soldados del Batallón de San Blas y 200 cadetes, no pudo evitar la pérdida del cerro y el bosque y la resistencia se trasladó al Colegio Militar.

Los cadetes resistieron heroicamente el asalto de las tropas norteamericanas que eran muy superiores en número. Los soldados norteamericanos tras sufrir graves pérdidas consiguieron tomar la plaza.

La tragedia de la derrota no empañó el heroísmo de unos jóvenes cadetes que antes de entregarse al invasor prefirieron la muerte.

Una parte de la guarnición de la Academia y los seis cadetes impusieran su resistencia durante dos días en contra del ejército estadounidense antes de perecer en la trágica batalla.

Juan Escutia realizó un acto heróico al envolverse en una bandera mexicana y lanzarse al vacío desde la azotea del Castillo con el objeto de que los enemigos estadounidenses no se apoderaran de la enseña de la patria.

Mural Castillo de Chapultepec por Gabriel Flores

Mural Castillo de Chapultepec por Gabriel Flores

 Transcurrió un poco más de un siglo para que los restos de los seis jóvenes cadetes fueran reconocidos y descubiertos en el Bosque de Chapultepec en 1947.

Desde el año de 1952 sus restos descansan en el Monumento a los Niños Héroes, monumento situado al pie del Cerro de Chapultepec y erigido en su memoria. Este monumento es el resultado del trabajo del arquitecto Enrique Aragón Echegaray y el escultor Ernesto Tamariz.