Las lenguas nativas de México han visto algunas de sus palabras incorporadas a las lenguas europeas, algunas son usuales en el español y otras son solo regionalismos, como:  chicle, tomate, chocolate, jitomate. De uso común: atole, metate, mezcal, mole, nopal, tamal, chayote,  y voces regionales, de Náhuatl, totopo (tostada), pinole (maíz en polvo), guacal( cajón), tecolote (búho), chilpayate (niño), escuintle ( niño), achichincle (ayudante), tlachiquero (peluquero), petate (cierta colchoneta). Del Tarasco: huare (campesina), charanda (licor), corundo u uchepo (ciertos tamales) y ecuaro (sembradío).

Ahora hablaremos de la historia de la lengua española en México.

Los conquistadores españoles crearon a lo largo de tres siglos una imperio de dimensiones continentales única de la historia.

Sin incluir Brasil, hablamos de una extensión de casi 12 millones de kilómetros cuadrados y una población mayor a los 350 millones de personas que hablan español, pero no es tanta la magnitud de las cifras como la herencia común lo que hace de Hispanoamérica un mundo con prepotente personalidad donde los caracteres nacionales y regionales no rompen, sino enriquecen a la comunidad hispánica de naciones.

Los conquistadores decidieron en un principio, emplear el Náhuatl como idioma hegénico, pues les facilitó la administración civil y religiosa en una lengua que dominaba la mayor parte de los habitantes de la Nueva España.

Los religiosos favorecieron el uso de las lenguas nativas para sus sacramentos, pero las autoridades civiles privilegiaron el uso del castellano para sus actividades cotidianas. Sin embargo, al iniciarse la Guerra de Independencia, obligó a numerosas poblaciones indígenas a moverse de sus lugares de origen, lo que ocasionó que estos combatientes comenzaran a usar el español y a olvidar sus lenguas maternas.

Entonces podemos decir que al entrar en contacto con los españoles se inicia un proceso de mestizaje y castellanización. Ambos procesos, cruentos por naturaleza, se desarrollaron a lo largo de 300 largos años, saliendo victoriosos la religión europea (el Catolicismo) y el español.